"Las personas, al igual que las aves, son diferentes en su vuelo, pero iguales en su derecho a volar"

domingo, 28 de marzo de 2010

Cerrar los ojos y caminar por la calle, sin nuestro valorado sentido de la vista. Cruzar una calle, andar por mitad de una plaza, coger el metro…
Son experiencias que todo el mundo debería vivir por lo menos una vez en la vida, para poder comprender el mundo de los invidentes....



“He comprendido que somos sordos y ciegos, que venimos de la noche para volver a la noche sin saber nada de nuestro destino”, con esta frase Julien Green quiso decir que todos ante el mundo somos ciegos, ninguno de nosotros es capaz de ver más allá de las cosas fijas, de lo que vemos con los ojos.
Quedarse ciego es un temor muy generalizado en la sociedad, ya que es una discapacidad poco conocida, e inconscientemente actuamos con miedo.

¿Qué significa ser ciego? Para quien no ha vivido la experiencia de tener un trato cercano con una persona ciega, es muy complicado entender esa sensación, en la cual una persona no tiene el sentido de la vista, aquel tan necesario para cualquier vidente.
Es muy difícil concebir su forma de vivir, de actuar ante el mundo. Pero en el momento en que tienes la oportunidad de conocer a una persona con esta discapacidad todas estas dudas que nos separan de ellos desaparecen.
Mucha gente asume que las personas ciegas no tienen visión y que por lo tanto viven en un mundo de completa oscuridad. En realidad, sólo alrededor del diez por ciento de las personas rotuladas como ciegas carecen totalmente de visión. La mayoría de las personas consideradas ciegas responden a algún estímulo visual, por ejemplo, luz y oscuridad, o sombras, o movimientos de objetos y no viven en un mundo de oscuridad total.
Es necesario hacer desaparecer cualquier tipo de prejuicios que nos condicionan y nos llevan a sacar conclusiones erróneas de las cosas.
El miedo a lo desconocido nos pone un velo que no nos deja empalizar con el mundo, y aunque seamos personas con gran capacidad para ayudar a los demás, nos dejamos llevar por ese velo siendo incapaces de ver con objetividad, y juzgando lo que no conocemos, fomentando creencias absurdas y fuera de lógica.
Un ejemplo de esto es la creencia de nuestros antepasados que llegaron a pensar es que el impedimento visual era un castigo por pecados cometidos, ya sea de la misma persona o de sus familiares. Esta idea se encontraba en tiempos antiguos, y lamentablemente, todavía se hace mención de esto en obras de literatura clásica y moderna.

Para acabar quiero hacer mención a Rusalem y dejar constancia de una de sus frases “Las actitudes hacia los discapacitados tienden a ser negativas y centrarse en lo que la persona no puede hacer en lugar de mirar lo que puede hacer” .Con frecuencia, para la persona ciega el reto mayor es enfrentarse con las actitudes negativas y no con la discapacidad.


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