Laurent

lunes, 8 de marzo de 2010


Analizando las circunstancias de las personas sordas e intentando ponerme en su piel, he descubierto lo complicado que debe ser comunicarse con las personas no signantes, lo difícil que tiene que ser caminar por el mundo sin poder expresar lo que sientes, o lo que opinas sobre las cosas.
Por lo que imaginé que alguien antes que yo, debía haber pensado en un lugar donde todos pudieran comprenderse, que las ciudades fueran un lugar sencillo, donde las personas se pararan a hablar por las calles, y solo las prisas de las grandes ciudades y las vidas ajetreadas no dejaran contarse todo lo que se desea, que la falta de audición nunca fuera una de las razones por lo que no expresar lo que se piensa.
En esta intención de descubrir algún lugar como este, encontré a Laurent, una ciudad basada en signos, situada en Estados Unidos en el estado de Dakota del Sur, que recibió este nombre en honor del educador francés que fundó la primera escuela de niños sordos en los Estados Unidos.
Fue ideada por Marvin Miller un sordo que como dice en su carta de presentación, quiere ser capaz de “sentarse en un banco y poder tener una conversación con quien quiera que se cruce”.
Laurent será, ante todo, una ciudad basada en la lengua de signos. Las señales de la calle, los edificios, las escuelas… Todo estará pensado para que las personas signantes (sordas o no) puedan llevar una vida normal. Eso quiere decir que tanto residentes como trabajadores sabrán utilizar el lenguaje de signos.
Ya está hablando con escultores para construir una estatua de Laurent Clerc en el centro de la ciudad. El objetivo es reunir a 2.500 habitantes en la ciudad “signante”, aunque no se excluiría a los oyentes. Miller quiere construirla sobre unos 2'5 km2 con el estilo de un pueblo europeo – con casas y apartamentos junto a calles peatonales llenas de pequeños comercios.
Sus planes incluyen un hotel, una gasolinera, restaurantes y tiendas de regalos. Todos o la mayoría serían dirigidos por personas sordas con la esperanza de atraer a los viajeros de la interestatal I-90.
Espera tener escuelas, parques y una iglesia comunitaria para diferentes confesiones – un espacio común que compartirían para sus diferentes celebraciones sordos cristianos, judíos o musulmanes.
Laurent no será la primera comunidad sorda de EEUU. Hace más de 200 años en la costa de Massachussets, un grupo de colonos europeos en la isla del Viñedo de Marta (Martha’s Vineyard) llevaban un gen que les producía pérdida de audición y durante varias generaciones sus hijos nacieron sordos.
Para Miller, la pequeña comunidad del Viñedo de Marta es la prueba de que Laurent puede ofrecer a muchas personas sordas lo que más necesitan – la sensación profunda de pertenecer a una comunidad posible. Pero desde que Miller llegó, algunos residentes se preguntan por qué no intenta revivir alguna de las pequeñas ciudades de Dakota del Sur que llevan décadas vaciándose de gente.
Miller y su suegra, M.E. Barwacz, quien le está ayudando a dirigir el proyecto, ya consideraron este enfoque. “Decidimos que no queríamos llegar e invadir la ciudad de otro”, declara Barwacz, oyente. “Hubiera creado mucha tensión”

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