Experiencia: Un día siendo sorda.
En el momento en que dejas de oír, la impresión del mundo cambia por completo, empiezas a ser consciente de que la ciudad en el que vives no te ofrece las adaptaciones que tú necesitas, no te apoya para que puedas vivir sin problemas.
Al pasear por los mismos lugares donde has pasado cada día de tu vida empiezas a darte cuenta de lo injustas que pueden llegar a ser, y las miras como si fueran un lugar lleno de obstáculos para ti.
Los carteles de las calles no te informan de todo lo que necesitas para poder moverte, la gente no te respeta y hasta en algún momento te agarran de las manos quitándote tu única forma de comunicarte…
En un momento preciso una mujer me llamo por detrás, pretendía preguntarme una calle. Yo hice todo el esfuerzo por entenderla con el resto auditivo que me permitían los tapones y a través de la lectura labial.
Pero fui incapaz, la mujer me hablaba muy rápido y no pronunciaba nada. Con gestos intente explicarle que no podía entenderla, que fuera más despacio, pero al comprobar que no podía hablarla oralmente se aparto de mi, preguntándole a otro hombre.
Eso me hizo sentir muy impotente y me quite los tapones para escuchar a la mujer la calle que estaba preguntando, pero entonces me di cuenta que los sordos no pueden decidir cuando quieren oír, y que nunca podrían haber hecho aquello.
Fue una experiencia muy enriquecedora, ya que me ayudo a abrir un poco más la mente, y cada vez ir formando más mi necesidad de aprender el lenguaje de signos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario